domingo, 5 de julio de 2009

Aquellos acontecimientos sucedidos.

Si le preguntaban, Carmina contestaba que la separación había sido resultado de una fuerte pelea, originada por un grave conflicto de intereses, claro que le había dolido y se sentía frustrada por los acontecimientos sucedidos hace ya algunos años. Pero es difícil mantener todas las amistades, sobre todo si un tercero inconforme se interpone o pica ponzoñoso cual alacrán.

La verdad es que hoy, en su salón de clases, recordaba buenos tiempos, sí, aprendió bastante, no puede evitar evocarlos precisamente ahora que imparte sus clases en la prepa. Es cierto que estudió ciencias políticas con gran dedicación y que durante sus años universitarios no dejó de realizar prácticas con maestros de buen nombre. De las notas ni dudemos, la excelencia era su etiqueta. Pero no podía quejarse, disfrutaba impartiendo su taller de lectura y redacción. Después de todo, esa fue su primera inclinación. Estaba convencida de que sería una famosa escritora, hasta que las críticas la convencieron de lo contrario; pero insito: sin embargo, sin embargo, no podía quejarse, disfrutaba enseñar a estos muchachos. Ahora termina su clase, firma el registro de salida: si pasa el camión temprano alcanzo a comprar pan para cenar. De vez en cuando evoca la época de la secundaria en que le enseñaron bien, tan bien que es lo que enseña ahorita, cuatro años de carrera universitaria y enseña lo que le enseñaron en la secundaria. ¡Quién diría! no se queja, no, pero es irónico.

Cuando se pone nostálgica y recuerda el puerto, a veces, junto a algún recuerdo familiar, se acuerda de su llegada. Recuerda esa presencia nostálgica, inconforme, ¿acaso asomaba un poco de frustración joven?. Constantemente le relataba lo molesto que era vivir lejos de la gran ciudad, de los sueños ancianos y cosmopolitas, de la enérgica vida y las luces fluorescentes. Cuatro años en la carrera de literatura para terminar enseñando en una secundaria pueblerina. El colmo, un pueblo en el que ni siquiera hay librerías. Ahora comprende un poco ese asomo de frustración que se dibujaba en sus pupilas. El grupo de teatro y la revista escolar mitigaban un poco el dolor de la desilusión, pero hacía falta una buena dosis de morfina para olvidar los sueños rotos. Carmina se preguntó, que fue lo que obligó su partida de la capital, no comprendía como semejante personalidad, con buenos conocimientos renunció a un buen nombre académico. Concluyó que era la belleza del puerto, la reconfortante brisa marina y las adictivas tiritas lo que habían logrado que se instalara en el lugar.

Pero fue bueno, por lo menos para Carmina que dulce y ciega adolescente escribía sus antojos, sus soñares. Su llegada, corrijo: su instalación en el lugar, acompañada de lo que se acompaña la acción de darse por vencido, le dio a Carmina un par de cachetadas de realidad, justo a tiempo para hacerla recapacitar y que pudiera elegir mejor carrera: letras hispánicas, pero en qué estaba pensando. Ciencias políticas le sentaba mejor, eso sí podía escribirlo. Relatar el mundo tal como acontece es otra cosa, es más sencillo, es menos "ingenuo". Eso le dijo, sutilmente, pero quizo decir eso.

Ahora comprendía Carmina un poco esa sensación de estar vacío, bueno, no, sería demasiado y no se queja, no se queja; más bien esa sensación de que algo falta. Es cierto que te quita un poco las ganas de brillar, o tal vez te quita un poco el brillo adolescente, pero no comprendía de todo la falta de cortesía, la agresión, después de todo, ella sólo intentaba regresarle un poquito de lo que se le quedó en la ciudad... buenas charlas, compañeros letrados, principiantes, amateurs, pero letrados, noches bohemias, pero no lo valoró. Lástima, por lo menos Carmina seguía en la ciudad después de terminar la carrera y ella sí encontró un trabajo, ahora calificaba ortografía de 30 ensayos, es cierto que no le pagaban esas horas de trabajo en casa, pero tenía trabajo, no se queja.

Además, era transitorio, le prometieron que le darían la materia de Ciencias políticas para que se desenvolviera en su área, no más que los aguantara tantito al siguiente semestre. No fue tan difícil, mañana reparten materias, mañana avanza ese paso en su carrera, los maestros reconocidos hacen pequeños sacrificios, después de todo, no empiezan en la cumbre. Sí, Carmina estaba segura de que comenzaba su vida académica.

Es cierto que uno se puede sentir desilusionado y perder la pasión, la energía, pero llegar a ese punto, comportarse de esa forma, no es correcto. Sobre todo si se es adulto, uno debe comportarse maduro, tratar de esa forma a un adolescente, que aprende, que empieza, no es correcto. La gente pierde en ocasiones el sentido de lo correcto. Pero dice su madre que pasa, que hay que entender, que cuando uno no hace lo que ama pierde terreno, pierde ganas, pierde la cordialidad.

Carmina convocó a una pequeña reunión de amigos, hay que celebrar siempre los primeros pasos del éxito. Sobre todo si uno triunfa en un mercado tan competido, tan selectivo. Después de todo, no cualquiera se asienta con éxito en la ciudad.

Hacía tiempo que no se encontraban frente a frente en la misma acera. Hace ya un año que Carmina volvió al puerto. La verdad es que la ciudad la agobiaba, esa vida agitada y ruidosa no era para ella. Siempre había querido volver al puerto, al ritmo costeño, esa sí es calidad de vida, sobre todo si se piensa en una familia, en los hijos y todas esas cosas. Es cierto que no le dieron la materia que quería, pero no fue que no estuviera preparada; el señor Oivares tenía plaza, es cierto también que era biólogo, pero tenía plaza. La directora no tuvo nada que ver en eso, ella confiaba en la capacidad y la preparación de Carmina, pero tenía que pasar las dos materias al señor Olivares, la escuela no podía permitirse en ese momento otorgar nuevas plazas, pero le agradeció muy amablemente su colaboración incondicional del semestre anterior. Eso es tener clase, ser correcto; sí, la directora era una persona coordial.

Carmina no sabía si saludarle o no, esperaría a que diera una señal de aprobación... no la hubo, Carmina no saludó. Si le preguntaban ella respondía, como siempre, que se sentía dolida por los acontecimientos sucedidos hace algunos años. Si no le preguntaban, Carmina se preguntaba cuáles eran esos acontecimientos sucedidos. La verdad, es que en todos esos años de pensarlo, nunca supo lo que originó la ruptura, pero si no podían hablarse, algo debió haber sucedido. Carmina lo confesó alguna vez, a la única persona que podía confesarlo. Cierto también es que le cuestionó que nunca lo hubieran hablado, pero después de todos los acontecimientos no sucedidos después de "aquello" que ha olvidado; o más bien, de "aquello" que ha ignorado, no se puede actuar como si uno supiera, sería arrogante y soberbio de su parte no? después de todo dice su madre que uno no puede andar por la vida pretendiendo que todo conoce, no es correcto, no es coordial.





Saltando de nuevo...

La zanca saltarina!!!

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